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Knowledge is a good, and when it is shared, it grows and bears fruit naturally. However, if it is not shared, it simply dies. Therefore, Estudio Complexus reaffirms its commitment to the dissemination of knowledge on topics related to sustainability, design, architecture, art, and general culture.
Una de las características fundamentales e inherentes en el proceso de producción arquitectónica es la constante interrelación que existe entre el trabajo del arquitecto y la labor de diferentes profesionistas y actores que intervienen en cada una de las etapas del proceso. Esta característica ha sido simplemente dada por hecho, sin mayor reparo, aun cuando es evidente que ningún proyecto puede existir bajo la autoría total de un solo individuo. Sin embargo, la arquitectura constantemente se ha simplificado a ser sólo un “trabajo de autor”. Este enfoque reduccionista y simplificador es el velo que cubre el hecho de que la arquitectura es y siempre será el producto de un trabajo colectivo coordinado para lograr un fin concreto; en este sentido es que la arquitectura puede ser analizada como un sistema. Es importante resaltar que, la transición entre la idea original y el producto final, dista mucho de ser un proceso lineal perfecto, pudiendo dejar fuera la idea de analizar la disciplina como un sistema simple. En la arquitectura existe un alto grado de imprevisibilidad en el sistema, esto le da su carácter de sistema complejo.
Existen muchas definiciones del concepto de arquitectura, resulta interesante que, el poder definir a la perfección esta disciplina sea tan complicado incluso para los propios arquitectos, surgiendo infinidad de definiciones que, en muchos sentidos suele apegarse más a enfoques filosóficos e interpretaciones personales que a una idea clara, concreta y consensuada de lo que la arquitectura es. Esta característica polisémica del concepto de arquitectura, en realidad suele ser interpretada más como una virtud que como un problema. Estas definiciones suelen tener puntos en común e inclusive, evolucionan con el tiempo. De este modo, es posible sustraer el enfoque general que define el término de arquitectura y a su vez, se puede complementar para poder redefinirlo en un concepto más adecuado y contextualizado a lo que la arquitectura del siglo XXI debe ser.
Actualmente, ha existido un boom en el desarrollo de la denominada “arquitectura sustentable”, la cual ha surgido como respuesta al creciente interés en solucionar los diversos problemas medioambientales, y dado que la industria de la construcción es una de las más contaminantes a nivel mundial, la arquitectura como disciplina, simplemente no puede quedar fuera ante estos problemas. De cierto modo existe una responsabilidad inherente, la cual es ineludible. Ante este panorama la principal respuesta de la disciplina de la arquitectura ha sido apelar a la técnica y el desarrollo tecnológico, promoviendo las denominadas tecnologías verdes, mismas que por desgracia, no siempre resultan ser la respuesta adecuada y en el peor de los casos, su propia producción ni siquiera se basa en modelos de producción cíclicos. Sin embargo, pocas veces se llega a ahondar en el cómo se producen estas tecnologías, ya que siempre resulta más sencillo sólo apelar a las respuestas instantáneas del mercado creciente de lo “Eco-amigable”. Resulta relevante señalar que, actualmente existen diversas certificaciones que buscan avalar que una construcción ha sido desarrollada de forma “sustentable”. Estos esfuerzos parecen demostrar que la sustentabilidad en una edificación es posible y alcanzable, siempre y cuando seas parte de este mercado de lo “Eco-amigable.” El real problema de la denominada “arquitectura sustentable” es que, ni siquiera ha logrado comprender lo que la palabra sustentable implica. La sustentabilidad es un paradigma que requiere abordar un problema complejo. En este sentido, se necesitan modelos más serios con los que se pueda dimensionar el real impacto que tiene la disciplina de la arquitectura en el tema de la sustentabilidad.
Una de las características fundamentales e inherentes en el proceso de producción arquitectónica es la constante interrelación que existe entre el trabajo del arquitecto y la labor de diferentes profesionistas y actores que intervienen en cada una de las etapas del proceso. Esta característica ha sido simplemente dada por hecho, sin mayor reparo, aun cuando es evidente que ningún proyecto puede existir bajo la autoría total de un solo individuo. Sin embargo, la arquitectura constantemente se ha simplificado a ser sólo un “trabajo de autor”. Este enfoque reduccionista y simplificador es el velo que cubre el hecho de que la arquitectura es y siempre será el producto de un trabajo colectivo coordinado para lograr un fin concreto; en este sentido es que la arquitectura puede ser analizada como un sistema. Es importante resaltar que, la transición entre la idea original y el producto final, dista mucho de ser un proceso lineal perfecto, pudiendo dejar fuera la idea de analizar la disciplina como un sistema simple. En la arquitectura existe un alto grado de imprevisibilidad en el sistema, esto le da su carácter de sistema complejo.
Existen muchas definiciones del concepto de arquitectura, resulta interesante que, el poder definir a la perfección esta disciplina sea tan complicado incluso para los propios arquitectos, surgiendo infinidad de definiciones que, en muchos sentidos suele apegarse más a enfoques filosóficos e interpretaciones personales que a una idea clara, concreta y consensuada de lo que la arquitectura es. Esta característica polisémica del concepto de arquitectura, en realidad suele ser interpretada más como una virtud que como un problema. Estas definiciones suelen tener puntos en común e inclusive, evolucionan con el tiempo.
De este modo, es posible sustraer el enfoque general que define el término de arquitectura y a su vez, se puede complementar para poder redefinirlo en un concepto más adecuado y contextualizado a lo que la arquitectura del siglo XXI debe ser.
Actualmente, ha existido un boom en el desarrollo de la denominada “arquitectura sustentable”, la cual ha surgido como respuesta al creciente interés en solucionar los diversos problemas medioambientales, y dado que la industria de la construcción es una de las más contaminantes a nivel mundial, la arquitectura como disciplina, simplemente no puede quedar fuera ante estos problemas. De cierto modo existe una responsabilidad inherente, la cual es ineludible.
Ante este panorama la principal respuesta de la disciplina de la arquitectura ha sido apelar a la técnica y el desarrollo tecnológico, promoviendo las denominadas tecnologías verdes, mismas que por desgracia, no siempre resultan ser la respuesta adecuada y en el peor de los casos, su propia producción ni siquiera se basa en modelos de producción cíclicos. Sin embargo, pocas veces se llega a ahondar en el cómo se producen estas tecnologías, ya que siempre resulta más sencillo sólo apelar a las respuestas instantáneas del mercado creciente de lo “Eco-amigable”.
Resulta relevante señalar que, actualmente existen diversas certificaciones que buscan avalar que una construcción ha sido desarrollada de forma “sustentable”. Estos esfuerzos parecen demostrar que la sustentabilidad en una edificación es posible y alcanzable, siempre y cuando seas parte de este mercado de lo “Eco-amigable.”
El real problema de la denominada “arquitectura sustentable” es que, ni siquiera ha logrado comprender lo que la palabra sustentable implica. La sustentabilidad es un paradigma que requiere abordar un problema complejo. En este sentido, se necesitan modelos más serios con los que se pueda dimensionar el real impacto que tiene la disciplina de la arquitectura en el tema de la sustentabilidad.
Actualmente, el sustantivo “diseño” se emplea prácticamente en cualquier ámbito de la vida cotidiana. Igualmente, el verbo “diseñar” se puede ocupar en cualquier actividad. Y justamente al ser un par de palabras tan utilizadas, valdría la pena ahondar un poco en sus raíces y saber más el verdadero significado.
Por lo anterior, es que se abordará la raíz etimológica e igualmente se analizarán algunas definiciones con la finalidad de tener una mayor comprensión de lo que es el diseño.
Actualmente, el sustantivo “diseño” se emplea prácticamente en cualquier ámbito de la vida cotidiana. Igualmente, el verbo “diseñar” se puede ocupar en cualquier actividad. Y justamente al ser un par de palabras tan utilizadas, valdría la pena ahondar un poco en sus raíces y saber más el verdadero significado.
Por lo anterior, es que se abordará la raíz etimológica e igualmente se analizarán algunas definiciones con la finalidad de tener una mayor comprensión de lo que es el diseño.
Los efectos del cambio climático comienzan a ser cada vez más evidentes afectando de diversas formas a muchos sectores de la población y en muchos casos, poniendo en riesgo la vida de millones de personas a nivel mundial. En este sentido, el tratar de mitigar los daños y ofrecer soluciones concretas a este problema ha sido la tarea que han emprendido diversas disciplinas con la finalidad de poder evitar daños catastróficos para las futuras generaciones. Y en el caso específico de la arquitectura, ¿cuál ha sido su principal enfoque para atender este problema? La arquitectura como muchas otras disciplinas ha apelado a la técnica y el desarrollo tecnológico como principales medios para poder ofrecer una respuesta concreta a este problema. Sin embargo, quizá deberíamos preguntarnos si este es el camino más adecuado para atender esta problemática.
El patrimonio urbano arquitectónico aporta mucho valor histórico y refleja la cultura del sitio en el que está edificado. Sin embargo, existen muchas razones por las cuales se descuida y queda en un estado de deterioro importante.
El propósito de este artículo es reflexionar en el papel que puede tener el Diseño Participativo como una herramienta para generar propuestas sensatas, de la mano de diversas disciplinas y gobierno para la restauración y conservación del patrimonio urbano arquitectónico.
Una de las características fundamentales e inherentes en el proceso de producción arquitectónica es la constante interrelación que existe entre el trabajo del arquitecto y la labor de diferentes profesionistas y actores que intervienen en cada una de las etapas del proceso. Esta característica ha sido simplemente dada por hecho, sin mayor reparo, aun cuando es evidente que ningún proyecto puede existir bajo la autoría total de un solo individuo. Sin embargo, la arquitectura constantemente se ha simplificado a ser sólo un “trabajo de autor”. Este enfoque reduccionista y simplificador es el velo que cubre el hecho de que la arquitectura es y siempre será el producto de un trabajo colectivo coordinado para lograr un fin concreto; en este sentido es que la arquitectura puede ser analizada como un sistema. Es importante resaltar que, la transición entre la idea original y el producto final, dista mucho de ser un proceso lineal perfecto, pudiendo dejar fuera la idea de analizar la disciplina como un sistema simple. En la arquitectura existe un alto grado de imprevisibilidad en el sistema, esto le da su carácter de sistema complejo.
Existen muchas definiciones del concepto de arquitectura, resulta interesante que, el poder definir a la perfección esta disciplina sea tan complicado incluso para los propios arquitectos, surgiendo infinidad de definiciones que, en muchos sentidos suele apegarse más a enfoques filosóficos e interpretaciones personales que a una idea clara, concreta y consensuada de lo que la arquitectura es. Esta característica polisémica del concepto de arquitectura, en realidad suele ser interpretada más como una virtud que como un problema. Estas definiciones suelen tener puntos en común e inclusive, evolucionan con el tiempo.
De este modo, es posible sustraer el enfoque general que define el término de arquitectura y a su vez, se puede complementar para poder redefinirlo en un concepto más adecuado y contextualizado a lo que la arquitectura del siglo XXI debe ser.
Actualmente, ha existido un boom en el desarrollo de la denominada “arquitectura sustentable”, la cual ha surgido como respuesta al creciente interés en solucionar los diversos problemas medioambientales, y dado que la industria de la construcción es una de las más contaminantes a nivel mundial, la arquitectura como disciplina, simplemente no puede quedar fuera ante estos problemas. De cierto modo existe una responsabilidad inherente, la cual es ineludible.
Ante este panorama la principal respuesta de la disciplina de la arquitectura ha sido apelar a la técnica y el desarrollo tecnológico, promoviendo las denominadas tecnologías verdes, mismas que por desgracia, no siempre resultan ser la respuesta adecuada y en el peor de los casos, su propia producción ni siquiera se basa en modelos de producción cíclicos. Sin embargo, pocas veces se llega a ahondar en el cómo se producen estas tecnologías, ya que siempre resulta más sencillo sólo apelar a las respuestas instantáneas del mercado creciente de lo “Eco-amigable”.
Resulta relevante señalar que, actualmente existen diversas certificaciones que buscan avalar que una construcción ha sido desarrollada de forma “sustentable”. Estos esfuerzos parecen demostrar que la sustentabilidad en una edificación es posible y alcanzable, siempre y cuando seas parte de este mercado de lo “Eco-amigable.”
El real problema de la denominada “arquitectura sustentable” es que, ni siquiera ha logrado comprender lo que la palabra sustentable implica. La sustentabilidad es un paradigma que requiere abordar un problema complejo. En este sentido, se necesitan modelos más serios con los que se pueda dimensionar el real impacto que tiene la disciplina de la arquitectura en el tema de la sustentabilidad.
Actualmente, el sustantivo “diseño” se emplea prácticamente en cualquier ámbito de la vida cotidiana. Igualmente, el verbo “diseñar” se puede ocupar en cualquier actividad. Y justamente al ser un par de palabras tan utilizadas, valdría la pena ahondar un poco en sus raíces y saber más el verdadero significado.
Por lo anterior, es que se abordará la raíz etimológica e igualmente se analizarán algunas definiciones con la finalidad de tener una mayor comprensión de lo que es el diseño.
Los efectos del cambio climático comienzan a ser cada vez más evidentes afectando de diversas formas a muchos sectores de la población y en muchos casos, poniendo en riesgo la vida de millones de personas a nivel mundial. En este sentido, el tratar de mitigar los daños y ofrecer soluciones concretas a este problema ha sido la tarea que han emprendido diversas disciplinas con la finalidad de poder evitar daños catastróficos para las futuras generaciones. Y en el caso específico de la arquitectura, ¿cuál ha sido su principal enfoque para atender este problema? La arquitectura como muchas otras disciplinas ha apelado a la técnica y el desarrollo tecnológico como principales medios para poder ofrecer una respuesta concreta a este problema. Sin embargo, quizá deberíamos preguntarnos si este es el camino más adecuado para atender esta problemática.
El patrimonio urbano arquitectónico aporta mucho valor histórico y refleja la cultura del sitio en el que está edificado. Sin embargo, existen muchas razones por las cuales se descuida y queda en un estado de deterioro importante.
El propósito de este artículo es reflexionar en el papel que puede tener el Diseño Participativo como una herramienta para generar propuestas sensatas, de la mano de diversas disciplinas y gobierno para la restauración y conservación del patrimonio urbano arquitectónico.
La creciente digitalización de las herramientas de diseño arquitectónico, si bien ha optimizado la eficiencia, ha generado una desconexión entre el proceso creativo y la sensibilidad física inherente a los métodos tradicionales. Este fenómeno ha derivado en arquitecturas genéricas y desvinculadas de su contexto. Como respuesta, este artículo propone el sistema LEGO —originalmente un juguete modular— como herramienta híbrida capaz de equilibrar los flujos de trabajo analógicos y digitales, especialmente en las etapas de abstracción y conceptualización del proceso de diseño arquitectónico.
La creciente digitalización de las herramientas de diseño arquitectónico, si bien ha optimizado la eficiencia, ha generado una desconexión entre el proceso creativo y la sensibilidad física inherente a los métodos tradicionales. Este fenómeno ha derivado en arquitecturas genéricas y desvinculadas de su contexto. Como respuesta, este artículo propone el sistema LEGO —originalmente un juguete modular— como herramienta híbrida capaz de equilibrar los flujos de trabajo analógicos y digitales, especialmente en las etapas de abstracción y conceptualización del proceso de diseño arquitectónico.
Los efectos del cambio climático comienzan a ser cada vez más evidentes afectando de diversas formas a muchos sectores de la población y en muchos casos, poniendo en riesgo la vida de millones de personas a nivel mundial. En este sentido, el tratar de mitigar los daños y ofrecer soluciones concretas a este problema ha sido la tarea que han emprendido diversas disciplinas con la finalidad de poder evitar daños catastróficos para las futuras generaciones. Y en el caso específico de la arquitectura, ¿cuál ha sido su principal enfoque para atender este problema? La arquitectura como muchas otras disciplinas ha apelado a la técnica y el desarrollo tecnológico como principales medios para poder ofrecer una respuesta concreta a este problema. Sin embargo, quizá deberíamos preguntarnos si este es el camino más adecuado para atender esta problemática.
El patrimonio urbano arquitectónico aporta mucho valor histórico y refleja la cultura del sitio en el que está edificado. Sin embargo, existen muchas razones por las cuales se descuida y queda en un estado de deterioro importante.
El propósito de este artículo es reflexionar en el papel que puede tener el Diseño Participativo como una herramienta para generar propuestas sensatas, de la mano de diversas disciplinas y gobierno para la restauración y conservación del patrimonio urbano arquitectónico.
La creciente digitalización de las herramientas de diseño arquitectónico, si bien ha optimizado la eficiencia, ha generado una desconexión entre el proceso creativo y la sensibilidad física inherente a los métodos tradicionales. Este fenómeno ha derivado en arquitecturas genéricas y desvinculadas de su contexto. Como respuesta, este artículo propone el sistema LEGO —originalmente un juguete modular— como herramienta híbrida capaz de equilibrar los flujos de trabajo analógicos y digitales, especialmente en las etapas de abstracción y conceptualización del proceso de diseño arquitectónico.
