Actualmente, el patrimonio urbano arquitectónico suele darse por sentado, ya que no vivimos en una era de construcción de ciudades desde cero, lo que provoca una baja valoración de los edificios y espacios urbanos existentes. No obstante, tiene una importancia significativa debido a que, genera una imagen colectiva con la que las sociedades se sienten identificadas. Las edificaciones y espacios públicos son testigos del desarrollo de la memoria histórica y cultural de las ciudades, lo que favorece a la construcción de una identidad colectiva. Rossi (1982) señala que “la arquitectura es el testimonio más evidente de la historia, ya que a través de los edificios podemos leer el pasado de una ciudad y su gente” (p. 21).
Lamentablemente, estos espacios están expuestos a múltiples amenazas permanentes, tales como: el deterioro progresivo asociado al paso del tiempo, la vulnerabilidad frente a desastres naturales, el crecimiento urbano desregulado, la obsolescencia funcional y la carencia de estrategias integrales y efectivas para su preservación.
Bajo estas consideraciones, la rehabilitación y conservación del patrimonio arquitectónico son desafíos cruciales que requieren enfoques innovadores e interdisciplinarios.
El diseño participativo posee un alto potencial para contribuir a la resolución de estos desafíos, permitiendo la integración de las comunidades en los procesos de toma de decisiones y asegurando que las intervenciones realizadas respondan adecuadamente a sus necesidades, expectativas y valores culturales. Lefebvre (1968/1991) menciona que “la participación activa de los ciudadanos en la producción del espacio urbano es clave para garantizar ciudades más justas y habitables” (p. 147). La incorporación de la participación activa de los habitantes, junto con otros actores involucrados, contribuirá a fortalecer el sentido de pertenencia y apropiación de los espacios, promoviendo así la mejora y revitalización del entorno urbano arquitectónico.
La preservación del patrimonio urbano arquitectónico es un tema que está en la agenda de las ciudades contemporáneas. Muñoz Viñas (2005) argumenta que “la conservación del patrimonio ha dejado de ser un asunto meramente académico para convertirse en una responsabilidad gubernamental con implicaciones políticas, económicas y culturales” (p. 27). A pesar de su valor histórico, cultural y social, muchos inmuebles y espacios patrimoniales se encuentran en estado de deterioro debido a factores como: la falta de mantenimiento, el crecimiento urbano desordenado, condiciones climáticas, catástrofes naturales y la ausencia de estrategias efectivas de gestión y conservación. En muchos casos, las intervenciones de rehabilitación responden únicamente a criterios económicos, dejando de lado el punto de vista de las comunidades que habitan y utilizan estos espacios.
El diseño participativo puede constituir una herramienta eficaz en distintos ámbitos del urbanismo y la arquitectura, siempre que se articule en sinergia con equipos interdisciplinarios y entidades gubernamentales. Healey (2006) señala que “la colaboración entre profesionales de diferentes disciplinas y las autoridades gubernamentales en el diseño participativo mejora la eficacia de los proyectos urbano-arquitectónicos, permitiendo un enfoque más holístico y equitativo” (p. 18). No obstante, existen barreras administrativas y de gestión que dificultan su aplicación adecuada, restringiendo la posibilidad de desarrollar proyectos coherentes con las necesidades y la cultura de la comunidad local.
Es deseable contar con una guía base de estrategias de diseño participativo con la finalidad de emplearla en la rehabilitación del patrimonio urbano arquitectónico. Además, resulta oportuno conocer las herramientas que faciliten la interacción entre distintos profesionistas, autoridades y la ciudadanía; para poner manos a la obra.
Conclusión:
Sería deseable tener una guía de protocolos de trabajo donde el Diseño Participativo sea el protagonista, sin olvidar la participación de distintas disciplinas y gobierno; a fin de obtener las mejores propuestas de uso para la restauración y conservación de las edificaciones y así, generar un mayor sentido de pertenencia con la ciudadanía para que las edificaciones tengan un cuidado adecuado.